miércoles, 16 de febrero de 2011

Un camión de basura

La mirada perdida en una baldosa partida en dos, los ojos casi estáticos por la falta de fluidos orgánicos y ese raquitismo crónico, todo justificado y aceptado por la sociedad. Ese el producto de una fábrica de mentiras que se producen a mansalva, de una sociedad abandonada y acanallada. Esos ojos, los mismos que alguna vez soñaron, ahora yacen sobre un cuerpo inerte y aplastado, en una esquina remota de los barrios bajos del tercer mundo. Somos carne de buitres cobardes. Las luces psicodélicas suenan en nuestras cabezas pero no nos damos cuenta, abandonamos nuestra suerte en las manos de estos ladrones de vidas ajenas, lloramos, reímos, hacemos todo por ellos y ¿Qué recibimos a cambio? La continúa tortura de seguir sirviendo y romper el compromiso con nuestros sueños. El odio se hace inminente, los jóvenes explotados, esclavizados y con hambre de soñar, son vencidos por el letargo social. La vitalidad es un negocio simple, somos carne de cañón para los que hace rato entendieron el juego. El hombre invento las estrellas desde un camión de basura. Estamos plagados de amaneceres muertos, satisfechos de noches que no son noches, sino un humilde consuelo. ¿Que nos queda? El suicidio, clonazepán , litio, ribotril. No nos damos cuenta hasta que el bobo para de latir, infarto, no hay muerte mas sigilosa que el derrame cerebral. Salgamos del letargo inmundo, cambiemos el rumbo, construyamos futuro ¡si lo hay!

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