jueves, 22 de octubre de 2009

Alguna mañana es así

Un calido rayo de luz que rebotaba en la ventana y penetraba en su pupila era suficiente para sacarlo de ese estado agónico. Dormitaba solo de a ratos porque temía dormirse profundamente. El cuarto estaba un poco desordenado, había libros por todos lados. En un estante se podían distinguir dos o tres que tenían los títulos grandes como “primavera con una esquina rota” de Mario Benedetti, “Confieso que he vivido” de Pablo Neruda y el otro no se alcanzaba a leer el titulo pero él se acordaba de cual era por la foto de la portada, como no saberlo, era la cara de Ernesto “Che” Guevara. Un poco mas abajo estaban esos libros que nunca termino de leer, “el péndulo de Foucault” de Umberto Eco, “Cuando china despierte” de Alain Peyrefitte y otros. No era que no le interesaban pero algunos libros largos le aburrían, decía que hasta 300 páginas estaba bien. Por fin se decide levantar, la mitad de las sabanas están en el piso, el se lo atribuía a que se movía demasiado cuando dormía. Se destapa hasta la cintura y se sienta en la cama, duerme de calzoncillos porque en Uruguay a esta altura ya se siente el calor aunque recién allá entrado la primavera. Se pone primero los zapatos como de costumbre y luego trata de ponerse el pantalón sin ensuciarlo con la suela, en ese momento se acuerda que el pantalón iba primero. Desayuna de esa manera, se mira al espejo y nota que la barba esta un poco mas larga que el día anterior, pero decide no afeitarse. Luego de sacar las lagañas de sus ojos, trata de buscar algún granito por las dudas, para no salir así a la calle porque le da vergüenza, siempre sintió ese rechazo por los granos y no entendía a la gente que se los dejaba. Luego venia ese momento que le daba una especie de placer matinal, el primer orín de la mañana, a veces era como sacarse 20 kilos de encima. Se arregla un poco el pelo, se viste y sale a enfrentar al mundo, a ponerle el pecho a esa cuesta arriba de 4 cuadras hasta llegar a la parada del ómnibus para poder ir hasta la facultad. Era rápido y no le llevaba mucho tiempo pero igual siempre llegaba tarde y un poco cansado porque el día anterior se quedo a escribir un poco más para sentirse bien.

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